Beatificación y canonización

Beatificación y canonización

En el campo educativo, Marcelino Champagnat fue un pionero, pues siempre estuvo abierto a lo nuevo que fuera más eficiente. Adoptó el método simultáneo-mutuo de enseñanza, zanjando así la polémica entre el método llamado de los Hermanos (de la Salle) y el método sajón o Lancasteriano. Adoptó igualmente un nuevo método de lectura, el fonético-silábico, en remplazo del tradicional del deletreo. Introdujo la enseñanza del canto en la escuela, la educación física, la teneduría de libros y la agrimensura. Introdujo igualmente el catecismo mariano, hizo practicar la disciplina preventiva y prohibió todo castigo físico. Decía: «Para educar hay que amar» y este es el lema de los educadores Maristas en todos los países del mundo.

Muere un 6 de junio de 1840, cuando los Hermanos estaban cantando la alabanza mariana de la Salve como inicio de la jornada, práctica que él había introducido como escudo contra todos los disturbios políticos y sociales que en la Francia convulsionada de su tiempo tuvieron él y los Hermanos que soportar.

En esta tibia mañana de Pentecostés, 29 de mayo de 1955, cuando todavía el aire no está pesado por el agobiante calor del verano romano, grupos de hermanos maristas de todas las provincias del Instituto, venidos de 35 países y representando otras tantas nacionalidades, convergen de todos los puntos de la ciudad hacia la Basílica de San Pedro. Van a asistir a la beatificación de su Padre, el Venerable Marcelino Champagnat. Son 600 que han sido escogidos para representar a sus hermanos en estas grandiosas ceremonias, 600 privilegiados, designados por la suerte o escogidos de oficio a causa de sus funciones, o por otras razones, que los hacen sentir casi avergonzados por encontrarse aquí, en lugar de tantos otros que lo habrían merecido tanto como ellos.
Ese 29 de mayo de 1955 es beatificado por el Papa Pío XII luego del reconocimiento de 3 milagros: la curación de un cáncer terminal obrado a favor de una estadounidense (la Sra. Grondin), la de una meningitis mortal a favor de un joven de Madagascar, llamado Renaivo y la expansión del instituto marista.

El 3 de julio de 1998, el Papa Juan Pablo II firma el decreto de canonización después de reconocer el 4to. milagro, la curación súbita de una histoplasmosis, a favor de un Hermano Marista uruguayo. Fue canonizado por el Sumo Pontífice, en una solemne Eucaristía celebrada en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano, el 18 de abril de 1999, con la presencia de miles de personas, entre ellos, numerosos miembros de la Familia Marista.

Su Memoria, en el calendario de la Iglesia Católica, se recuerda el 6 de junio.

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